Los avances tecnológicos han impulsado el auge de las tecnologías de salud digital, las cuales están transformando la atención médica y la gestión de la salud. En este contexto, los biomarcadores digitales emergen como herramientas clave. Se trata de datos fisiológicos y de comportamiento objetivos, cuantificables, obtenidos a través de sensores, dispositivos portátiles (wearables) y otras plataformas digitales. Estos biomarcadores permiten monitorizar de forma continua y en entornos reales cómo envejecemos y tienen un enorme potencial para complementar las evaluaciones clínicas tradicionales.
En esta revisión1 se evaluaron 16 estudios que empleaban acelerómetros, sensores de movimiento, pulseras inteligentes o medidores del sueño en el hogar para detectar fragilidad en personas mayores que viven en la comunidad, con el objetivo de extraer patrones relacionados con la movilidad, la actividad física, el sueño, la frecuencia cardíaca o incluso las transiciones entre estancias dentro del domicilio. En conjunto, los resultados muestran que estos sistemas pueden identificar con precisión la fragilidad, con una sensibilidad del 78 % y una especificidad del 79 %.
En conclusión, los biomarcadores digitales representan una oportunidad real para avanzar hacia un modelo de atención más proactiva, preventiva y personalizada en Geriatría. Permiten la detección precoz de cambios funcionales, el seguimiento continuo y la promoción de un envejecimiento saludable y activo desde entornos domiciliarios siempre que superemos los retos pendientes para su integración segura y equitativa en el sistema sanitario.
Ester Hoyos Alcañiz.
Geriatra. Hospital Universitario Germans Trias i Pujol (Barcelona).