En 2019, el NHS de Inglaterra estableció que todas las personas mayores de 65 años que acudieran al servicio de urgencias debían recibir una evaluación de fragilidad, como la Clinical Frailty Scale (CFS), dentro de los primeros 30 minutos para guiar la toma de decisiones clínicas. Sin embargo, en estudios previos se ha visto que su uso en urgencias es variable y su fiabilidad ha sido cuestionada.
Este estudio retrospectivo analizó más de 123.000 visitas a urgencias de más de 54.000 pacientes ≥ 70 años de dos hospitales de Londres1.
Se observó que puntuaciones más altas en la CFS se asociaron con mayor riesgo de ingreso, reconsulta, estancia prolongada y mortalidad. No obstante, también se detectó una importante variabilidad en la asignación de las puntuaciones influida por el evaluador y el contexto clínico.
Aun así, la CFS demostró una sólida capacidad predictiva.
A pesar de que la CFS demuestra ser una herramienta útil en urgencias, se ha detectado una gran variabilidad en cómo se puntúa, lo que puede llevar a errores clínicos significativos. Para maximizar su utilidad se propone la automatización del cribado y una mejor formación del personal. Identificar la fragilidad de forma temprana permite intervenir a tiempo, mejorar los resultados y reducir los costes.
María Gebauer Campos.
Geriatría. Hospital General de Guadalajara
REFERENCIA